reflexiones problema ruido

Reflexiones de un Otorrinolaringólogo sobre el problema del ruido

Después de años de profesión y tener la oportunidad de visitar muchos pacientes, la audición es una de las facultades más importantes y más maltratada que posee el ser humano. Cuando uno lee esta afirmación lo primero que viene a la cabeza es que la perdida de visión sería más importante. Sin llegar a valoraciones profundas y no quitar importancia una u otra situación el hecho diferencial sería que la perdida de visión incapacita nuestro cuerpo y la perdida auditiva nuestra mente. A medida que el ser humano vive más años y mejora su esperanza de vida esta incapacidad auditiva se transforma en una disminución de los estímulos que mantienen activo nuestro cerebro. Es decir el cerebro se mantiene vivo mientras lo estimulamos. La sociedad que vivimos nos lleva de la mano a que estamos expuestos e inmersos en sonidos y ruidos muchas mas horas al día que hace 100 años.

La diferencia entre ruido y sonido sería, el primero como fuente de sonido desagradable y el segundo como fuente de sonido agradable (música), esta diferencia son términos muy subjetivos. Sonido o ruido, a intensidades elevadas perjudica notablemente nuestro oído. Sea de forma voluntaria o involuntaria nuestro oído esta sometido a un estrés acústico que de forma acumulativa va a ir deteriorando a través de los años nuestra capacidad auditiva. Un ejemplo cotidiano podría ser una persona, habitualmente joven, que camina por una ciudad como Barcelona (de alta contaminación acústica) escuchando música con auriculares, si tenemos en cuenta que el ruido ambiental de tráfico puede estar a 60 dB, para que nosotros podamos oír la música través de los auriculares debe estar por encima de estos 60 dB, con facilidad podemos llegar a 80 dB sin que seamos muy consientes de que estamos dañando nuestro sistema auditivo. Se considera perjudicial valores por encima de 70 dB. Esta persona gran aficionada a escuchar música irá esa misma semana a un concierto y el fin de semana a una discoteca. Con esto no intento estigmatizar el sonido sino simplemente alertar sobre el abuso de decibelios. Quede claro que la audición de sonidos por debajo de 50-60 dB no perjudica en absoluto nuestro órgano auditivo. Es decir lo que daña el oído es la intensidad de la fuente acústica y no la cantidad de horas que podamos estar oyendo a unos niveles adecuados. Es decir que de forma involuntaria o inconsciente nuestro oído sufre las consecuencias de la contaminación acústica y que puede llegar a afectar de forma importante y persistente nuestra capacidad auditiva.

Si nos centramos en el ruido como elemento distorsionador de nuestra vida a parte del posible trauma acústico, éste ha sido relacionado con múltiples aspectos negativos de nuestra vida cotidiana. Existe mucha investigación sobre los efectos del ruido y la salud, pero no todas son fáciles de demostrar. Se ha relacionado con alteraciones psíquicas con efectos muy subjetivos con dificultad para su cuantificación. Efectos físico- vegetativos, en este caso claramente relacionado con el estado de alerta que responde nuestro cerebro cuando estamos en un ambiente ruido elevado. Hasta ciertos niveles de ruido somos capaces de abstraernos y no ser conscientes del ruido ambiental en que estamos inmersos. Especialmente lo marca nuestro estado biológico diario. No es lo mismo , ni soportaremos la misma intensidad de ruido si paseamos por la calle, que si estamos concentrados en algo, estudiando o durmiendo. Un mismo ruido puede ser soportable de día e insoportable de noche Seamos consciente o no del ruido, está claro que nos afecta de una forma u otra. Nuestros ojos se cierran para inhibir estimulo visual, nuestro oído esta siempre en alerta, abierto a cualquier posible amenaza. Este sistema de alarma a través de nuestra audición implica que ruidos elevados alrededor nuestro sin ser consciente crea una reacción biológica de respuesta que si persiste en el tiempo puede llegar a perjudicarnos.

Dada por tanto la importancia que tiene la audición en nuestra vida, es obvio que hay que ser consciente y gestionar higiénicamente nuestro oído sin dejar de disfrutar de la riqueza que nos aporta. Cada vez existe una mayor concienciación social, así como los gobiernos para controlar el exceso de ruido especialmente en las ciudades y áreas de superpoblación, aunque cambiar estas inercias requiere inversiones económicas importantes. El camino es claro en la que todos debemos colaborar por nuestro propio bien y un interés común.

 

Barcelona, 4 de abril de 2019

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